El testigo interno en la terapia corporal

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Desarrollar un testigo interno a través del trabajo corporal

Desde el cuerpo nos movemos y desde la conciencia nos reconocemos. A medida que se avanza en el trabajo corporal cada vez tenemos que hacer menos esfuerzo para registrar nuestra experiencia y simultáneamente aprendemos a validarla, sin minimizarla ni exagerarla.


El primer paso para estar más conscientes, es observar el cuerpo

OSHO


El poner atención a nuestra experiencia nos permite desarrollar un nivel de observación interna que nos permite discriminar nuestras experiencias sin rechazarlas ni engancharnos a ellas, desarrollando así un testigo no apegado a nuestras vivencias.

Desde el cuerpo nos movemos y desde la conciencia nos reconocemos. A medida que se avanza en el trabajo corporal cada vez tenemos que hacer menos esfuerzo para registrar nuestra experiencia y simultáneamente aprendemos a validarla, sin minimizarla ni exagerarla.

Esta auto-observación sin juicio nos permite estar con nuestras vivencias sin sobre identificarnos con ellas, (eres más que tu enfado o tristeza), ni perdernos en ellas, habitarlas sin desbordarnos.

¿Cómo puede ayudarte el trabajo corporal?

El trabajo corporal, al ser orgánico, partimos de la conexión con nuestro cuerpo, que nos conecta a sensaciones y emociones, permitiendo darles un espacio para aprender a reconocer como vivimos lo que vivimos.

Las dinámicas corporales ofrecen un espacio donde poder reconocer aquello que nos mueve y conmueve.

Nos permite testificar nuestra experiencia de adentro hacia fuera.

A medida que desarrollamos una mayor conciencia corporal nos familiarizamos con nuestras vivencias, expresándolas, sin dramatizarlas. Aprendemos a relacionarnos con vivencias agradables, desagradables y neutras, dando espacio a lo que lo que es por encima de lo que «debería ser».

Un testigo observa lo que vivimos, sin retenerlo ni rechazarlo.

Nuestro testigo interior reconoce los hechos que transcurren por la conciencia sin ponerles nota, o ponerles la etiqueta de bien o mal. Registra e informa de un modo imparcial.

Acompañándonos en nuestra observación sin penalizar, minimizar o maximizar nuestras vivencias desarrollamos la capacidad de observar nuestra experiencia mientras esta sucede de un modo amable. Desde el no-juicio podemos desarrollar una mirada comprensiva y amable hacia nosotros mismos. Vivimos lo que vivimos. No elegimos nuestras experiencias, nos suceden. Paulatinamente la persona aprende a respetar su corpo-emocionalidad.

 

Valida tu experiencia después ya veremos qué haces con ella, el enfado te puede dar fuerza o te puede hacer daño, depende de tu relación con él y tu capacidad para transformar lo que vives en luz o en oscuridad.

Los 7 egos (Khalil Gibran)

En la hora más silente de la noche, mientras estaba yo acostado y en duermevela, mis siete egos se sentaron en círculo a conversar en susurros, en esta manera:

Primer Ego: -Aquí en este delirante, he vivido todos estos años, y no he hecho otra cosa que renovar sus penas de día y reavivar su tristeza de noche. No puedo soportar más mi destino, y me rebelo.

Segundo Ego: -Hermano, es mejor tu destino que el mío, pues me ha tocado ser el ego alegre de este loco. Río cuando está alegre y canto sus horas de dicha, y con pies alados mimo sus más alegres pensamientos. Soy yo quien se rebela contra tan cansadora existencia.

Tercer Ego: – ¿Y de mi qué decís, el ego aguijoneado por el amor, la llama de salvaje pasión y fantásticos deseos? Es el ego enfermo de amor el que debe rebelarse contra este loco.

Cuarto Ego: -Yo soy el más miserable de todos, pues sólo me tocó en suerte el odio y las ansias destructivas. Yo, el ego torturado, el que nació en las negras cuevas del infierno, soy el que tiene más derecho a protestar por servir a este loco.

Quinto Ego: -No; yo soy, el ego pensante, el ego de la imaginación, el que sufre hambre y sed, el condenado a vagar sin descanso en busca de lo desconocido y de lo increado… soy yo, y no vosotros, quien tiene más derecho a rebelarse.

Sexto Ego: -Y yo, el ego que trabaja, el agobiado trabajador que con pacientes manos y mirada ansiosa va modelando los días en imágenes y va dando a los elementos sin forma contornos nuevos y eternos… Soy yo, el solitario, el que más razones tiene para rebelarse contra este inquieto loco.

Séptimo Ego: -¡Qué extraño que todos os rebelen contra este hombre por tener a cada uno de vosotros una misión prescrita de antemano! ¡Ah! ¡Cómo quisiera ser uno de vosotros, un ego con un propósito y un destino marcado! Pero no; no tengo un propósito fijo: soy el ego que no hace nada; el que se sienta en el mudo y vacío espacio que no es espacio y en el tiempo que no es tiempo, mientras vosotros os afanéis recreándose en la vida. Decidme, vecinos, ¿quién debe rebelarse: vosotros o yo?

Al terminar de hablar el Séptimo Ego, los otros seis lo miraron con lástima, pero no dijeron nada más; y al hacerse la noche más profunda, uno tras otro se fueron a dormir, llenos de una nueva y feliz resignación.

Sólo el Séptimo Ego permaneció despierto, mirando y atisbando a la Nada, que está detrás de todas las cosas.

Conclusiones: La importancia del trabajo corporal

El trabajo corporal nos conecta a nuestras vivencias y nos posibilita desarrollar esta mirada hacia nosotros mismos. Nos es más fácil reconocer un darse cuenta en el continuum del aquí y ahora.

Nos es más fácil ser amables con nosotros mismos y con los demás. Reconociendo así las experiencias que surgen en el devenir del vivir.

Se trata de ver lo que sentimos con amabilidad y también de no ser esclavos de lo que sentimos.

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