Mecanismos gestálticos de evitación

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¿Cuáles son los mecanismos de evitación desarrollados por la terapia Gestalt?

En este post te contamos cuáles son los mecanismos de evitación desarrollados en terapia Gestalt. La proyección, introyección, retroflexión, confluencia, proflexión, egotismo y deflexión: ¿Qué son?, ¿Para qué sirven?, ¿Cuál es su función sana y por qué?

¿Qué son los mecanismos de evitación gestálticos?

Fritz Perls, fundador de la terapia Gestalt, para diferenciarse del psicoanálisis, re-nombró los mecanismos de defensa como mecanismos de evitación, enfatizando la acción de evitar.

Como ya mencionamos en otro artículo sobre los mecanismos de evitación estos mecanismos psíquicos, como su nombre indica, están al servicio de evitar el contacto con una emoción, sensación, idea, impulso… con algo que nos duele, nos es angustiante, no deseamos o que no encaja con nuestra autoimagen, algo en definitiva que vivimos amenazantes, por distintos motivos.

Si evitas tu dolor ante un hecho desagradable, evitarás contactar con el dolor, la tristeza o la rabia que te producen, impidiéndote así aprender a gestionar estas experiencias inherentes a la vida.

Si evitas relacionarte con una experiencia no aprendes a reconocerla, sostenerla y gestionarla. Evitar debilita nuestra capacidad de aprender y de empoderarnos ante las experiencias dolorosas o difíciles de la vida.

Por otra parte, los mecanismos de evitación también son formas de gestionar algo que vivimos excesivo o determinados contextos sociales: mejor no contactar cada día con la agresividad que te despierta tu jefa. También son útiles y necesarios.

Si usamos estos mecanismos gestálticos de forma consciente pueden ser recursos y puntos de apoyo para economizar nuestra energía, ya que si siempre contactáramos con todas nuestras vivencias emocionales acabaríamos exhaustos. Como decía Jung, la energía es limitada.

Así, por ejemplo, ante algo que nos disgusta de un jefe, podemos tener el impulso de insultarle, debido a nuestro enfado. Evitar esta acción y desahogarnos con algún compañero de trabajo a veces es lo más ecológico, la cual cosa no excluye dejarnos sentir nuestro enfado legítimo.

Lo dañino se da cuando la evitación se convierte en un hábito y no nos permitimos conectar con nuestra experiencia profunda ni con lo que nos pasa. Nos volvemos fóbicos al sufrimiento y a nuestro sentir verdadero.

Reconocer y conocer estos mecanismos de evitación gestálticos nos permite el darse cuenta de cómo nos relacionamos con nuestras experiencias con nosotros mismos y con los demás. Se dan mayormente de forma automática. El tomar conciencia compensa nuestras tendencias automáticas.

Proyección, introyección, retroflexión, confluencia, proflexión, egotismo y deflexión: ¿Qué son y para qué sirven los mecanismos de evitación gestálticos?

A continuación explicamos cada uno:

Mecanismo gestáltico: Proyección

La proyección es el acto psicológico de atribuir algo propio, a algo o a alguien de nuestro entorno, es decir, hacer responsable a otros o al ambiente de lo que se origina en nosotros.

Ubicamos en el otro pensamientos, emociones, deseos… que no reconocemos o que rechazamos de nosotros mismos, nos des-responsabilizamos considerando que es el otro quien nos pone nerviosos en lugar de asumir que somos nosotros los que nos ponemos nerviosos ante la actitud del otro.

Un clásico ejemplo de proyección es cuando estamos tristes y lo atribuimos al clima, evitando así detenernos y ver si interiormente hay algo que nos produce tristeza, o que debamos atender.

En la proyección renegamos de lo que sentimos: si pensamos que Juan es un mal amigo porque no nos llama nunca, no estamos conectando con la necesidad de que nuestro amigo nos llame ni con la posibilidad de tomar nosotros la iniciativa y llamarle. Lanzamos contenidos internos al exterior y no vemos nuestra vivencia intima.

La proyección  como mecanismo de evitación tiene como función sana que nos permite relacionarnos con el otro, “me parece que Juan esta triste, voy a preguntárselo”, a veces lo proyectado es cierto, habrá que contrastarlo.

Mecanismo gestáltico: Introyección

Mediante la introyección engullimos mensajes, patrones, actitudes o modos de actuar de nuestros padres, de la cultura o del ambiente. Cuando introyectamos, nos estamos «tragando» estos mensajes, sin conciencia, ni masticación ni asimilación de la comida que se nos da. Los tomamos sin digerirlos.

Inicialmente, este mecanismo gestáltico de evitación nos permite adentrarnos en la vida, ya que nos da referencias para actuar e interactuar con el medio, nos da un primera educación: si en la infancia introyectamos mensajes como «hay que ser prudente y no jugártela mucho», «descansar es de vagos», «ser hombre es ser fuerte», con ellos nos pudimos ubicar en la vida y tener un mapa para adentrarnos en la vida. Estos introyectos son limitantes cuando no se actualizan o amplían. Cuando permanecen fijados en el tiempo y son impermeables a nuestras experiencias “descubrí que ser débil no es ser un cobarde”.

La toma de conciencia nos permite reciclar estos mensajes, ver cuando juegan a favor nuestro y cuando en contra.

Se trata, pues, de poder asimilar y discriminar con cuáles me quedo y con cuáles no, o cuáles modifico o amplio en nuestro aquí y ahora.

Reciclar lo antiguo para darle un nuevo brillo y uso. Masticar lo engullido para asimilarlo y que nos resulte nutricio.

Estos introyectos nos llegan también de la escuela, de los amigos, de las parejas… Aunque los familiares ocupan un lugar de especial importancia, ya que la familia siempre tiene una influencia de primer orden en nuestra vida y es la primera escuela de introyectos.

Mecanismo gestáltico: Retroflexión

Este mecanismo de evitación significa literalmente ‘volverse atrás intensamente en contra’. La persona al retroflectar se hace a sí misma lo que le gustaría hacer a otros.

Nos enfadamos con alguien y en vez de usar esta energía para afirmarnos ante la otra persona, nos recriminamos y nos culpamos por no haber expresado nuestra acción de enfado o por haber hecho daño a alguien que nos hizo un daño previo. Me enfado con mi pareja y en vez de manifestárselo, me culpabilizo por no hacerlo o por tener malos pensamientos.

Con la retroflexión, redirigimos la acción que salía al exterior hacia adentro; así podemos llegar a ser nuestro peor enemigo, en vez de dar un látigo al que nos maltrata nos lo damos a nosotros mismos.

Retroflectar bloquea el accionar en el exterior y manifestar quejas, enfados, demandas, etc… Además, retroflectar implica un cierto aislamiento, ya que pasamos de relacionarnos con el exterior a vivir una relación «yo»–«yo».

El aspecto sano de la retroflexión es que no atacar al otro es a veces lo más ecológico que podemos hacer; el autocontrol es necesario como especie social que somos. Por otra parte, al retroflectar, podemos darnos cuenta de la acción no realizada o interrumpida, de nuestra necesidad de manifestarnos, de lo que nos duele, de lo que nos gusta, lo cual nos posibilita la reflexión y reaprender a actuar de otra manera, planificar nuevas acciones más nutritivas. Lo que se quedó adentro nos habla de lo que no salió afuera.

Entonces podemos preguntarnos: ¿si volviera a suceder, ¿qué haríamos diferente? Como forma de aprender vs un autocastigo estéril.

Mecanismo gestáltico: Confluencia

Esta forma de evitación ocurre cuando no hay límites entre la persona y su ambiente, como sucede con un recién nacido, entre el yo y el otro, o el yo y los demás. A las personas confluyentes les cuesta diferenciarse; así, antes de defender su deseo o necesidad, se adaptan al deseo o a la necesidad del otro. Por ejemplo, pasar todo un año yendo al cine a ver las películas

Al confluir evitamos el contacto con nuestras preferencias, deseos y necesidades.

Cuando no hay límites, no existe un contacto real entre dos iguales, ya que no existen dos personas diferenciadas, 1+1=1. Se pierde la riqueza que da lo diferente, 1+1=2.

Naturalmente la confluencia también nos puede nutrir, ya que es una bella experiencia sentir con alguien la complicidad de sentirnos tan unidos y muchas luchas sociales nacen de una confluencia de ideas, pensamientos y acciones.

Mecanismo gestáltico: Proflexión

Este es uno de los mecanismos de evitación más «divertidos». Consiste en dar al otro lo que nos gustaría que nos dieran a nosotros, es decir, tratar amablemente a alguien para recibir su amabilidad, cuidar para que nos cuiden. Le doy al otro lo que quiero para mí.

Es obvio que éticamente esta actitud podría ser muy coherente, pero la situación se complica, por ejemplo, cuando damos amor a quien no nos corresponde y a pesar de nuestra frustración seguimos dándoselo; e incluso podemos convertirlo en un chantaje: «si yo te doy amor tú también me lo tienes que dar».

Mecanismo gestáltico: Egotismo

La función principal de este mecanismo de evitación, descrito por P. Goodman (1951), es aumentar metafóricamente el grosor de nuestra piel y fortalecer el castillo del «yo». Aunque se asemeja al narcisismo, a quererse demasiado, el egotismo sería más bien una inflación del yo, del propio poder, crecerse y darse una autoimportancia excesiva.

Este incremento defensivo del «yo» va en detrimento de los demás. La persona egotista prioriza las propias vivencias en exceso, antepone sus necesidades, anhelos, opiniones a las del entorno y no ve al otro.

La Gestalt, en la fase inicial del proceso terapéutico, induce a las personas a utilizar este mecanismo, ya que les permite darse cuenta de su valor, su responsabilidad, su capacidad, su poder de cambiar lo que sucede. Es un mecanismo que ayuda durante un tiempo a consolidar la autoafirmación, el autoapoyo y el empoderamiento, la conciencia de poder personal sobretodo en personas que vienen “deshinchadas” a nivel egoico. Una vez hecho este aprendizaje, este empoderamiento personal, la persona equilibra el amor a sí mismo –legítimo y necesario– con lo legítimo del otro, sin eclipsar a nadie ni dejarse eclipsar.

Es muy importante evitar que el mecanismo no se perpetúe, ya que se puede caer en el narcisismo, en la desinhibición, en la autoindulgencia y en la relación con los demás desde un lugar de superioridad, con la certeza de que todo vale porque yo soy importante.

Esta forma de estar en el mundo y de sobrecontactar con uno mismo puede ser útil cuando alguien nos abandona o nos trata mal, o para sobreponernos a desprecios o humillaciones; es un punto de apoyo ante golpes reales del exterior.

Mecanismo gestáltico: Deflexión

La acción de deflectar la realizamos cuando al conectarnos a una necesidad, sensación o emoción desviamos la conexión y la atención hacia otra dirección; por ejemplo, cuando hablamos de algo que nos mueve o conmueve y de repente cambiamos de tema –consciente o inconscientemente–para alejarnos de tal experiencia y conseguir así desconectarnos de lo que nos emociona.

Este mecanismo de evitación puede ser funcional, ya que a veces debemos priorizar una tarea o resolver una situación: si estamos tristes porque nuestra pareja nos ha dejado, deflectar un poco nos permitirá seguir trabajando, igual que distraerse nos puede ir bien cuando nos obsesionamos con algo.

Solamente es tóxica esta opción cuando deflectamos constantemente y no toleramos ninguna sensación o emoción que sentimos que nos perturba.

¿Para qué sirve tomar conciencia de los mecanismos de evitación?

El gran aporte de la toma de conciencia de todos estos mecanismos de evitación gestálticos es darnos cuenta de lo que evitamos: dejar de tomar el camino de la derecha y ver qué nos pasa con el de la izquierda. Asimismo nos permiten darnos cuenta de lo que necesitamos reconocer en nosotros –ya sea algo agradable o desagradable– para poder pintar nuestra vida con más colores. Registrar lo que evito me permite profundizar en mi sentir y atender mis necesidades.

Explorar lo que estamos evitando nos permite crecer como personas y dejar de tener miedo a nuestras experiencias.

Fritz Perl afirmó “la necesidad de aprender a distinguir los peligros reales de los imaginarios, pues el no saber distinguir lo uno de lo otro es lo que nos lleva a considerar y “evitar” como peligroso, en una situación dada lo que no es”

El demonio de la evitación suele ser más peligroso que lo que evitas, ya que te impide crecer y sentir lo que sientes.

Por Jordi Gil Martin – Co-Director Gestalt Salut Psicoterapia

Puedes contactar al autor a través del formulario al final de la publicación.

Bajo licencia Creative Commons BY-NC-ND

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