Heridas infantiles. Ejemplos y cómo sanarlas

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Las secuelas que dejan las heridas y situaciones traumáticas infantiles son una cuestión muy atendida por la psicología. ¿Cómo reconocerlas y por qué es tan importante sanarlas?  

Cuando el niño herido condiciona al adulto

Somos hijos de una relación. Nuestro desarrollo depende de nuestra relación con un adulto que nos ayude o dificulte desarrollar nuestras capacidades, de esta relación con un cuidador surgirán adultos más o menos competentes.

La calidad de este acompañamiento incidirá en una menor o mayor herida del niño que llevamos dentro.

La herida del niño condicionará al adulto.

Nuestras heridas infantiles tienen secuelas en nuestra vida adulta si no son saneadas o compensadas de forma consciente.

Ejemplos de heridas infantiles:

  • “Me doy cuenta que siento un dolor muy grande cada vez que vivo el final de una relación”
  • “Pienso mucho en el pasado”
  • ”Me cuesta mucho estar solo”
  • “Los comentarios de los demás me afectan demasiado”

A veces nuestras dificultades son secuelas de nuestras heridas infantiles.

¿Qué nos enseña la Psicología sobre las heridas infantiles?

Aprender a tratar la transferencia y la contaminación.

El cómo lo infantil nos afecta en la adultez ha sido una cuestión muy atendida desde la psicología.

Y ya desde el psicoanálisis siempre se tuvo en cuenta el fenómeno de la transferencia. Se llama transferencia a aquella situación actual que nos conecta a una situación antigua, se importan/transfieren vivencias antiguas a una situación actual.

Ejemplos de transferencia:

  • “La forma de tratarme de Eva me destrozo se parecía al machaque continuo de mi padre”
  • “Me puse muy nervioso en el examen de conducir reviví lo mal que lo pasaba en el cole”

Desde el Análisis Transaccional se le llama Contaminación a cuando el estado niño “posee” el estado adulto. Esta contaminación produce que la persona adulta perciba y sienta una situación desde los mismos miedos, anhelos y necesidades del niño que fue.

Ejemplos de contaminación:

  • «Fui incapaz de decirle que no quería ir de vacaciones con ella, me sentía pequeña y sin derecho a decirselo”
  • “Odio las despedidas, siento que alguien se rompe para siempre”

El Niño puede interferir con el Adulto distorsionando la percepción de situaciones o personas. Entonces la persona basará su comportamiento en sentimientos y en pensamientos arcaicos tomados del Niño a la situación presente más que en sentimientos y pensamientos autónomos y relacionados con su potencial adulto actual.

En situaciones parecidas a nuestro trauma infantil se activa nuestro programa Niño, y este toma el poder de la situación. En estas contaminaciones la persona cree estar funcionando con su Adulto pero el poder perceptivo y ejecutivo lo toma el Niño.

  • Mi ex me conecta al abandono de mi madre, no se que hacer”
  • Me indigno ante cualquier asomo de falsedad, siempre odie las mentiras de mi padre” 

Cómo tratar heridas infantiles

Las heridas de nuestro niño interior condiciona nuestra vida adulta. A veces vivimos situaciones donde se actualiza lo traumático, la angustia antigua eclipsa nuestro presente.

A mayor profundidad de la herida más fácil es que se dé el fenómeno de la transferencia y de la contaminación.

El atender a nuestro niño herido nos facilita un adulto más sano y autónomo.

Cuando una persona se siente abandonada o excluida emocionalmente probablemente se conectara a su antigua herida de abandono y de pronto una discusión con una pareja se transformara en la constatación de que nunca fue querido. El miedo y el enfado lo inundaran, y sufrirá en demasía.

El niño herido contaminará de forma inconsciente al adulto, por más que mi pareja me diga que solo está en desacuerdo con mi punto de vista, el adulto percibirá con certeza absoluta que no es tenido en cuenta en su relación de pareja. Y que el amor que da vuelve a ser pisoteado.

Esta especie de “posesión” influye nuestra percepción de la realidad, y también nuestra expresión, quizás ahora sí emerja la ira no dirigida a los padres, o surja un desconsuelo infinito.

A más conciencia y sanación de la herida menos interferencia de nuestras viejas angustias en el vivir.

El sanar nuestras heridas acompañados/as por un terapeuta nos facilita sanear aquello que vivimos en la más absoluta soledad, pudiendo así salir del aislamiento y soltando aquello que nos impide vivir de un modo más pleno.

  • “Ahora toma a tu adulta y di no a todo este maltrato que sientes”

La conciencia de nuestro sufrimiento nos permite compensarlo, somos hijos del pasado y es necesario pasar a ser padres de nuestro presente y futuro.

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